By Fernando Perez Urquijo
In 2018 as many as 48 manatees died in the state of Tabasco as a result of severe drought and subsequent toxic algae blooms. Between the months of July to November of that year, five manatee calves were rescued from these drought stricken areas and taken to the facilities at Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) in Villa Hermosa, where a 2 year old calf that was previously rescued was already being rehabilitated.
Centro de Rescate [now Mexico Marine Wildlife Rescue Center] and Museo de la Ballena sent team members to assist with the rehabilitation and care of the rescued manatee calves, working in collaboration with UJAT and Government Authorities.
Each time one of the new manatee calves arrived a complete physical examination was conducted; the animal was weighed and measured, and their skin, eyes, nose. fins, and mouth, were thoroughly examined. Blood samples were taken for analysis.
The biggest concerns with these calves was that they may be dehydrated, malnourished, and physically fatigued. As air breathing mammals the manatees need to have the strength to surface the water to breath. The young calves, also have a high nutritional demand.
After each animal was evaluated, the young manatees were offered a bottle with a special milk formula, containing vegetables and vitamins. In most cases, the calf accepted the bottle the same day which was a big relief to the veterinarians and biologists. This also meant the beginning of the valuable participation of volunteer biologists for a round the clock feeding schedule. The young manatees would typically nurse from their mother for as long as a year, though they will also eat aquatic plants (various grasses and lettuce) from a few weeks of age. The volunteers, split into three shifts, had to feed each manatee every 3 hours throughout the day and night to ensure they received adequate nutrition. This amount of attention also meant the manatees were under almost continual observation. Had the manatee calves not been orphaned they would have remained by their mothers side for up to two years.
The feedings were hands on, particularly during the early stages when the very young animals needed some assistance with stabilizing themselves in the water. The volunteer gently hugged the manatee calf against the side of the pool body while offering the bottle to suckle. The animals quickly adapted to being manipulated for their feeding, which provided a good opportunity to conduct a non-invasive physical exam at the same time if needed. As the animals got older the bottles were offered by a volunteer standing outside the pool to minimize unnecessary contact. Freshwater grasses and other vegetation was also introduced to the pools in bunches to allow the manatee calves to graze.
In addition to feeding, volunteers conducted all aspects of ongoing care of the manatees. Maintaining water quality was an important task that required cleaning the pools daily, and performing water changes as needed. Daily behavioral observations were recorded at regular intervals to monitor overall fitness, breathing patterns, swimming behavior, and social interactions when multiple calves shared a pool. Diet and amount of food eaten was also noted after every feed, as well as any physical changes seen.
Day by day this is how the team cared for the rescued manatees in Tabasco, and their hard work and dedication has not been without reward. Seeing these animals grow and gain strength has been gratifying for the volunteers, and their commitment is commendable.
There is no doubt that what happened in Tabasco was a tragedy, and one that could have been minimized. This incident has provided outreach opportunities to educate the communities in Tabasco about their river systems and the impacts their pollution has on these fragile ecosystems.
Los voluntarios se reúnen para los manatíes
Por Fernando Perez Urquijo
En 2018, hasta 48 manatíes murieron en el estado de Tabasco como resultado de una sequía severa y la posterior floración de algas tóxicas. Entre los meses de julio a noviembre de ese año, cinco terneros de manatíes fueron rescatados de estas áreas afectadas por la sequía y llevados a las instalaciones de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) en Villa Hermosa, donde fue rescatada una cría de 2 años que fue rescatada previamente. Ya está siendo rehabilitado. El Centro de Rescate [ahora Mexico Marine Wildlife Rescue Center] y el Museo de la Ballena enviaron miembros del equipo para ayudar con la rehabilitación y el cuidado de los terneros de manatí rescatados, trabajando en colaboración con UJAT y las autoridades gubernamentales. Cada vez que llegaba una de las nuevas crías de manatí, se realizaba un examen físico completo; el animal fue pesado y medido, y su piel, ojos, nariz. aletas y boca fueron examinadas a fondo. Se tomaron muestras de sangre para su análisis. La mayor preocupación con estos terneros es que pueden estar deshidratados, desnutridos y físicamente fatigados. Como mamíferos que respiran aire, los manatíes necesitan tener la fuerza para hacer emerger el agua. Los terneros jóvenes, también tienen una alta demanda nutricional. Después de evaluar a cada animal, se ofreció a los manatíes jóvenes una botella con una fórmula especial de leche, que contenía vegetales y vitaminas. En la mayoría de los casos, el ternero aceptó la botella el mismo día, lo que fue un gran alivio para los veterinarios y biólogos. Esto también significó el comienzo de la valiosa participación de biólogos voluntarios para un horario de alimentación las 24 horas. Los manatíes jóvenes generalmente amamantan a su madre durante un año, aunque también comen plantas acuáticas (varios pastos y lechugas) desde unas pocas semanas de edad. Los voluntarios, divididos en tres turnos, tuvieron que alimentar a cada manatí cada 3 horas durante el día y la noche para garantizar que recibieran una nutrición adecuada. Esta cantidad de atención también significaba que los manatíes estaban bajo observación casi continua. Si las crías de manatí no hubieran quedado huérfanas, habrían permanecido al lado de sus madres hasta por dos años. La alimentación fue práctica, especialmente durante las primeras etapas, cuando los animales muy jóvenes necesitaban ayuda para estabilizarse en el agua. El voluntario abrazó suavemente la pantorrilla de manatí contra el costado del cuerpo de la piscina mientras ofrecía la botella para amamantar. Los animales se adaptaron rápidamente a ser manipulados para su alimentación, lo que proporcionó una buena oportunidad para realizar un examen físico no invasivo al mismo tiempo si fuera necesario. A medida que los animales crecían, las botellas fueron ofrecidas por un voluntario parado afuera de la piscina para minimizar el contacto innecesario. Los pastos de agua dulce y otra vegetación también se introdujeron en las piscinas en racimos para permitir que pastan los terneros de manatí.
Además de la alimentación, los voluntarios realizaron todos los aspectos del cuidado continuo de los manatíes. Mantener la calidad del agua era una tarea importante que requería limpiar las piscinas diariamente y realizar cambios de agua según fuera necesario. Las observaciones diarias de comportamiento se registraron a intervalos regulares para controlar el estado físico general, los patrones de respiración, el comportamiento de la natación y las interacciones sociales cuando múltiples terneros compartían una piscina. La dieta y la cantidad de alimentos consumidos también se observaron después de cada alimentación, así como cualquier cambio físico observado. Día a día, así es como el equipo cuidó de los manatíes rescatados en Tabasco, y su arduo trabajo y dedicación no han estado exentos de recompensa. Ver a estos animales crecer y ganar fuerza ha sido gratificante para los voluntarios, y su compromiso es encomiable. No hay duda de que lo que sucedió en Tabasco fue una tragedia, y que podría haberse minimizado. Este incidente ha brindado oportunidades de divulgación para educar a las comunidades de Tabasco sobre sus sistemas fluviales y los impactos que su contaminación tiene en estos ecosistemas frágiles.